Por ese entonces iba continuamente a la capital. Quito es una ciudad fría situada a 2500 metros del mar, pero puede ser muy caliente si encuentras la mujer adecuada. Tenía una oficina de representación con una secretaria que hacía las veces de mano derecha. Generalmente llegaba allá por trabajo y me quedaba de dos a tres días. Los hoteles suelen ser costosos. Mi secretaria que vivía con su hermana y hermano en un departamento en las afueras de la capital a veces me urgía que me quedará en su departamento.
Tenía una hermana menor que a la postre de la primera vez que me la folle tendría unos 21 años. Yo estaba por los 32. Realmente era una mulata que no me daba bola, muy hermosa. Su cuerpo esbelto y de porte de reina africana me hacían soñar con que algún día me la cogiera. No veía fácil porque no intercambiamos diálogo. Siempre que llegaba ella no estaba y casi nunca coincidíamos.
La conocí unos seis años antes de acceder a su conchita prieta y la verdad que todo se dio tan aprisa, que fue una oportunidad única que no desaproveche aunque estuve a punto de echarlo a perder.
Seguramente algunos no me creerán el relato y pueda que les parezca aburrido. No van a encontrar el típico lenguaje coloquial del sexo duro o pornográfico, aunque la historia se trate de lo mismo; un encuentro avasallante de los sexos opuestos pero contada desde la salvedad de los hechos tal y como ocurrieron.
Llegue temprano ese día a la capital. Tenía unas cuantas reuniones ya agendadas y decidí ir primero al departamento de mi secretaria. No sabía que su hermana estuviera. Me encontraba cerca de la puerta del baño sentado cuando de repente para mi sorpresa salió ella del baño. Vestía una delgada prenda transparente que dejaba ver todo su escultural cuerpo de mulata. Destacaba la figura de sus senos apuntando como dos conos macizos con una aureola negra bien acentuada. Su delicada prenda interior también podía verse. Me quede sorprendido no solo por verla así tan bella sino que se acercó a saludarme como nunca, eso si me sorprendió por ella nunca me saludaba y peor con un beso. Cuando se inclinó a darme el saludo pudo ver sus senos bien contorneados que se dejaban mirar inquietos. Me saludó efusivamente y luego se despidió a su cuarto. Eso fue suficiente para dejarme prendado y con ganas de cogérmela. Algo debería hacer para que se me hiciera el milagro. Yo mismo no sabía como iba a suceder, pero que debería cogérmela, debería.
Regrese como a las ocho de la noche. Ella fue la que me sirvió la cena. María Teresa, mi secretaria había salido. Intercambiamos el saludo protocolario con unas cuantas preguntas de cajón tratando de evaluar su interés en mi. No parecía nada interesada, pero uno nunca sabe con las mujeres mientras mas distantes parecen estar mas cerca uno las tiene. Me dejo la cena y la llamaron por teléfono. Intuí que era el novio porque al poco rato salió y no dejó dicho si volvía. Al poco rato llegó mi secretaria y nos pusimos a conversar. Allí me contó que du hermana estaba de novia de un tipo que trabajaba en la Fuerza Aérea, que bien le dije. También me contó que seguro habría salido a verse con él. La verdad que la noticia no hizo mella para nada en mi, porque sabía que ella no tenía interés por mi relación ni me había esforzado porque así fuera. Regresó un poco después de la 22:00. Tenía puesto un pantalón ajustado que dejaba ver sus nalgas bien pronunciadas y su cadera ancha. Su fina cintura la entallaba a la perfección. Me saludó de lejitos y paso directo a su habitación. María Teresa también se despidió y me asigno la habitación de su hermano para que descansará. Esa noche, el no llegaría porque había salido de viaje. Ella dormía en un departamento enfrente donde dormía su hermana, por lo que la tenía para mi toda la noche. Lo malo es que nunca la había enamorado y no sabía como iba a ser para seducirla. Escuche que estaba viendo tv. Había tenido una tarde bastante cansada por lo que trataría de dormir y descansar. El trajín del siguiente día también era fuerte. Me acosté tratando de conciliar mi fuerte deseo de ir a gatas hasta su habitación. No sabía como reaccionaría, pero era algo que el deseo fuertemente me hacía temblar de emoción.
Sin embargo todo terminaría si ella hubiera puesto seguridad en su habitación. Como a las dos de la mad**gada me aventuré tras la conejita. Sabía que estaría allí acurrucada con su frazada, temblorosa temiendo que llegará en cualquier momento el lobo. Mi primer avance fue cerciorarme de que la puerta estuviera sin el seguro. Efectivamente no había puesto el seguro. Eso era preludio de que sabía que haría un lance o simplemente exceso de confianza. De todas formas no había nada escrito y haría mi mejor papel de conquistador a ciegas y sin quemar mis naves. Llegue a puntillas, la habitación estaba totalmente a oscuras, no se veía nada. No sabía en que posición estaba ella. No sabía si estaría a la defensiva o realmente dormía. Tanteando pude saber la posición de sus piernas. Imaginaba su conchita solo protegida por su débil prenda interior que en realidad era nada, apenas unos dos centímetros de una tela suave y triangular que era como el velo de su gruta. Hice todo lo posible para no hacer ruido y esperar que los hados me bendijeran y ella estuviera dormida. Alce suavemente la frazada y tuve mi primer contacto con su piel. Quemaba no se si por el deseo o por la acción del calor de la frazada, pero era un buen síntoma de que estaba preparada para un encuentro sexual. Acaricie suavemente en el primer contacto. Alargue mi mano subiendo por sus muslos hasta que estuve justo en su triángulo. Allí encontré como escollos sus manos que estaban protegiendo el pórtico de entrada a su paraíso. Para ese entonces supe que ella me había estado esperando, estaba a la defensiva y no iba hacer fácil montarla. Trate de levantar suavemente sus dedos, pero me quito la mano y me dijo suavemente pero con firmeza que no siguiera, que si seguía gritaría y llamaría a su hermana. Como buen guerrero se cuando hay que hacer una pausa y dejar que pase el show del primer encuentro. Todavía no había sacado mi mejor arma, así que retrocedí y me fui nuevamente a mi habitación dejándola a ella tal vez mas confusa con mi retirada sin dar batalla. No era seguramente lo que ella esperaba de mi, pero lo fuerte vendría después y no había tiempo para lamentar la perdida de un round.
Salí un poco nervioso. No era lo que esperaba, pero no había estado mal para el primer intento. Me volví a acostar meditando en que había hecho mal. ¿Dónde había estado la falla?. Pero no era la primera ni la última que me iba a dejar con toda la calentura sin echar batalla. Como a las dos horas volví al ataque. Igual dije si el seguro esta puesto es que no quiere batalla. Nuevamente el seguro no había sido puesto. Así que me dije, esta vez no vamos a fallar. Iré con la artillería por delante. Ya sabía la posición del objetivo. Iría desnudo, no le daría tiempo ni siquiera a pensarlo. Efectivamente su piel estaba ardiendo mas de lo normal. Era un calor abrazador como si el fuego naciera de sus entrañas y la bañara toda. Como iba desnudo alce la frazada y me coloque a horcadas encima de ella y hale a un lado la tela de su interior y la estoque con mi falo sin darle tiempo a decir nada. Fue algo fortuito porque justo di en el blanco. Una vez montado ella trató de zafarse de su jinete y corcoveo como si fuera una bella bestia sin amansar. Montado sobre ella no me deja desmontar. A cada movimiento de ella estaba mas adherido a su piel. Mi pene la había penetrado hasta el fondo y su cadera encajaba perfectamente con la mía. La trataba de besar pero no se dejaba. Me mordía, me arañaba, daba golpecitos en mis hombros y pecho y ondulaba fuertemente su cuerpo pero no lograba zafarse de mi. Así estuvimos en una larga lucha hasta que desfallecimos los dos. Todo había terminado. Quede exhausto. Mi leche toda se la había dejado dentro a ella. Había sido una verdadera lucha, pero había valido la pena. Era una hembra singular. Aunque por la oscuridad no la había podido apreciar. No era necesario el goce estaba haberla sentido batallar. Se que le gusto la batalla a ella, porque después de esa noche se sucederían una y otra vez aunque para ello tardamos como dos años para volver a encontrarnos y esta vez la seducción ya fue dialogada y no la fiera batalla sexual con que iniciamos la relación.
Han pasado varios años y la recuerdo como la primera vez. Siempre gozo recordar ese batallar. Tuvimos mucho sexo duro con ella pero definitivamente esa primera vez nos marco tanto a ella como a mi. Nos hizo sentir una de las experiencias que estoy seguro ella nunca podrá olvidar aunque pasen muchos años y viva nuevas experiencias con otros hombres. Montado en ella fue como el viaje que uno espera hacer una vez en su vida a lomo de una buena hembra.
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